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29 octubre, 2025Compartimos la siguiente entrevista de Heraldo de Aragón al jefe de la Unidad de Ictus del Servet, coordinador clínico del Plan de Ictus de Aragón y responsable del Grupo de Investigación en Neurociencias del IIS Aragón
¿La Neurociencia lo explica todo?
Intenta explicar el cerebro y, por tanto, cómo los humanos ven el mundo. Somos sobre todo nuestro cerebro y eso condiciona qué podemos ver e interpretar. Conocer cómo es el cerebro te da pistas de cómo funciona el ser humano.
¿Falta mucho por investigar?
Sí. Por su complejidad no tenemos ni siquiera un modelo que aplicar que haga que podamos replicarlo. La aproximación que está en la calle es la inteligencia artificial, que simplemente encadena palabras en base a probabilidades estadísticas. Y con eso salen frases con sentido y se encadenan contenidos. ¿Hacen lo mismo los humanos? No. La inteligencia artificial emula lo que hace el cerebro humano, pero el cerebro humano no funciona así, porque falla y se puede corregir, puede elegir si callar o hablar, puede simular o mentir.
¿Cuántos años lleva estudiando el cerebro?
Desde 2º de Medicina. Entonces supe que quería ser neurólogo. Me gustaba mucho la neuroanatomía y leí en una revista de cine cómo Steven Spielberg había hecho ‘E. T.’. Quiso hacer un extraterrestre que despertase ternura y copió la estructura facial de un bebé. Y consiguió que fuera entrañable. Eso me hizo plantearme por qué me atraía un cuadro o un paisaje me resultaba bonito, qué es la belleza o qué me lleva a elegir esto o aquello. Desde entonces me interesa la neurociencia y una parte, que es la fenomenología, cómo viven los seres humanos los fenómenos externos, cómo perciben el tiempo, las cosas, a sí mismos…
¿Cómo se puede mantener el cerebro sano?
Hay que saber lidiar con el envejecimiento. Nos tenemos que cuidar porque el cerebro es para toda la vida. Hay un decálogo sobre alimentación, ejercicio, sueño, relaciones sociales… que la mayoría de la gente conoce, otra cosa es que lo aplique. Otra derivada, fundamental, es la salud mental.
¿La gente está concienciada de la importancia de seguir estos buenos hábitos?
Cada vez más. En contra de lo que está en la calle, la incidencia de la demencia y del alzhéimer está bajando desde hace 20 años, y del ictus también.
Pero cada vez hay más casos de ictus en menores de 55 años.
En proporción a la edad, así es. La población entre los 50 y los 70 años tiene que ser muy consciente de que se tiene que cuidar porque el cerebro le tiene que durar muchos años. Lo que siembras antes de los 50 lo recoges a los 70. No hay que posponer el cuidarse. Mucha gente dice: «Lo haré cuando me jubile». Sin pensar que puede ocurrir que lo único que hará será tener tiempo libre para ‘disfrutar’ de los ingresos hospitalarios.
¿Y qué consejos daría para esta etapa?
Hay que insistir en la vida social y en complicarse un poco la cabeza. Seguir aprendiendo cosas que exijan cierto esfuerzo, me da igual que sea la bandurria, el dominó o jugar a las cartas. Llevar un huerto, por ejemplo, es ejercicio y también saber en qué temporada estamos, qué se cultiva ahora, ir a comprar la planta, regar… Puede ser hacer maquetas, pintar, algo que te obligue a plantearte un proyecto y sacarlo adelante.
¿Cómo se puede detectar que falla la salud cerebral?
Te das cuenta de que algo empieza a pasar cuando ves que no puedes hacer las mismas cosas que antes. A la consulta nos llegan pacientes que nos dicen que antes llevaba las cuentas y hacía la declaración de la renta, pero ahora no le da la cabeza para eso. Otro síntoma son los olvidos. En parte hay que aceptar que es por la edad y en parte puede ser el primer síntoma de una enfermedad.
Ictus, alzhéimer, migrañas, epilepsia, esclerosis múltiple… Las enfermedades neurológicas son muchas y muy variadas.
Había que añadir otras como déficit de atención, autismo, esquizofrenia, ciertos tipos de dolor… Todas tienen en común una afectación del cerebro y el sistema nervioso central. Compartimos mucho con otras disciplinas como la psiquiatría, la psicología, la neurocirugía…
Apuesta por insistir en la educación en salud desde la escuela.
Con el mensaje de que el cerebro nos tiene que durar toda la vida y debemos cuidarlo, aún no hemos puesto en evidencia que no es normal que nuestros hijos, por ejemplo, dediquen tanto tiempo a las pantallas o que empiecen a beber con 14 años. Nos educa la tribu, el entorno, no solamente la familia o la escuela. Los jóvenes deben saber las consecuencias de sus acciones. Cada edad debería tener sus alertas, sus banderas rojas.
¿Qué le motiva de su trabajo?
He estado siempre implicado en intentar mejorar lo que nos rodea, porque creo que el mundo es eso que hacemos entre todos. No vale vivirlo de una forma pasiva… Y aprender.
Fuente: Heraldo de Aragón




