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25 agosto, 2025Desarrollado por el Grupo de Oncología Molecular del IIS Aragón que dirige Alberto J. Schuhmacher, se basa en una innovadora tecnología que emplea nanoanticuerpos derivados de dromedarios. Os compartimos el último reportaje sobre el proyecto que acaba de publicar Heraldo de Aragón
En el laboratorio que dirige Alberto J. Schuhmacher, investigador ARAID y responsable del Grupo de Oncología Molecular del Instituto de Investigación Sanitaria (IIS Aragón), todos los proyectos en los que están inmersos tienen nombre de persona. Y ocurre así porque para este zaragozano, que lleva años buscando nuevos métodos de diagnóstico y tratamientos contra los tumores más letales, «toda la ciencia tiene que tener un fin social o no es ciencia». Por eso, un proyecto relacionado con el sarcoma se llama ‘Celia’, y el que se centra en el cáncer de mama masculino responde al nombre de ‘Antonio’.
Su último trabajo, ‘Sara’, impulsado por el IIS Aragón y que cuenta con el apoyo financiero de Fundación Ibercaja, recuerda a una persona muy querida en esta entidad, ya fallecida. Ella es la fuente de inspiración de este innovador proyecto de investigación oncológica que busca la manera más eficaz para que los nanoanticuerpos encargados de transportar el fármaco de quimioterapia hasta las células tumorales lo hagan sin dañar tejidos sanos y sin causar tantos efectos secundarios.
«En esta tecnología empleamos nanoanticuerpos, que son fragmentos de anticuerpos más pequeños que los convencionales, derivados de dromedarios. Son los encargados de adherirse a las células tumorales, liberando la quimioterapia en su interior sin dañar las células sanas. El compuesto que no se pegue al tumor se eliminará de forma rápida a través de la orina, lo que mejora la eficacia del tratamiento y reducirá su toxicidad», indica Alberto J. Schuhmacher.
En un principio, la investigación arrancó trabajando en tumores cerebrales porque Alberto J. Schuhmacher, en sus inicios, centró sus trabajos en esta área, primero en Estados Unidos y después en Madrid. «En estos tumores identificamos unas dianas terapéuticas (moléculas específicas, que son importantes para el crecimiento, la supervivencia o la diseminación de las células cancerosas) y vimos que estaban también en otros tipos de cáncer muy agresivos. Esta es la razón por la que ahora estamos avanzando en sarcomas, cáncer de mama metastásico, cáncer de mama masculino, y de otros muchos tumores», añade Marta Baselga, investigadora postdoctoral.
Menos efectos secundarios
El hecho de que la quimioterapia afecte solo al tumor y a las células cercanas, sin dañar tejidos sanos, y se elimine tan rápidamente es muy beneficioso para los pacientes, que «podrían ver así reducidos los efectos secundarios de quimioterapias que, en ocasiones, son muy dañinas», matiza Schuhmacher, quien recuerda que «en la actualidad, existen fármacos muy agresivos contra el tumor que, sin embargo, no se pueden utilizar porque serían excesivamente tóxicos para el organismo. Gracias a esta quimioterapia con brújula podrían administrarse porque atacarían exclusivamente a la parte afectada».
«En la actualidad, existen fármacos muy agresivos contra el tumor que, sin embargo, no se pueden utilizar porque serían excesivamente tóxicos para el organismo.
En este sentido, el oncólogo Víctor Manuel Medina Pérez, que forma parte del equipo investigador, recuerda que «cuando un paciente recibe una quimioterapia, se eliminan las células tumorales, pero también de otras partes del cuerpo que se están multiplicando, como el cabello o algunas células del intestino o de la piel, de ahí que entre los efectos secundarios se encuentre la caída capilar, desarreglos intestinales o sensibilidad cutánea. Más del 90% de la quimio que se da a un paciente no llega al tumor, llega un porcentaje mucho más pequeño».
Del laboratorio al paciente
Hasta que el proyecto ‘Sara’ pueda aplicarse a los pacientes hará falta que pasen años, al menos cinco, porque tal y como señala Schuhmacher, «una cosa es lo que hacemos en el laboratorio, que podemos producirlo a pequeña escala y probarlo en modelos de experimentación (ratones u otros animales), y otra cosa son todos los pasos necesarios que hay que llevar a cabo para proteger esa investigación intelectualmente y que pueda llegar a un paciente a través de ensayos que confirmen que es segura. Todo ello sin olvidarnos de los colaboradores que se necesitan para sacarlo».
Mientras esto ocurre, muchas personas están involucradas en la investigación, tanto de manera directa (ocho investigadores), como indirecta, ya que cuentan con muchas colaboraciones de oncólogos clínicos, personal de otros laboratorios y otros profesionales, hasta llegar a las cincuenta.
«Las tecnologías y los avances de hoy serán la medicina del mañana»
Y todos trabajan con el convencimiento de que «las tecnologías y los avances de hoy serán la medicina del mañana». Por eso, a través del Instituto de Investigación Sanitaria Aragón, colaboran con centros hospitalarios no solo de Aragón, sino de otros rincones de España y el mundo.
«La ciencia es global y por eso contamos con el apoyo de grupos belgas, que descubrieron este tipo de anticuerpos; con americanos, que tienen enlazadores con la quimioterapia especial; y también con japoneses. La estructura del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón nos permite esa colaboración entre los que «solo» investigamos y los que atienden a los pacientes día a día. Esta manera de hacer ciencia enriquece muchísimo», concluye.
Fuente: Heraldo de Aragón




