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1 septiembre, 2025Desde la Unidad de Ictus del Servet, que atiende cerca de la mitad de los casos de la región, hablan de la importancia de la prevención y de detectar los síntomas. Desde el grupo de investigación en Neurociencias del Instituto de Investigación Sanitaria Aragón, con el doctor Javier Marta como coordinador, una de sus líneas fundamentales (Ictus-cog) es el deterioro cognitivo en paciente joven tras el ictus
El ictus no es una enfermedad que afecta solo a personas mayores. En los últimos años, al menos desde 2017, han aumentado los casos en menores de 55, algo que preocupa a los expertos, que piden una mayor concienciación para adoptar estilos de vida saludables. La incorrecta alimentación, el tabaco y la hipertensión arterial son los factores que mas riesgo añaden. Reconocer los síntomas es vital: por cada minuto que pasa desde que se produce, se pierden dos millones de neuronas, por lo que el tiempo de reacción es clave.
Atender rápido y de forma adecuada al paciente influye claramente en la mortalidad y, en el caso de que el enfermo sobreviva, repercute en la gravedad de las secuelas como discapacidad o demencia. Los trabajos de prevención, detección precoz y atención rápida han conseguido reducir la mortalidad, aunque las enfermedades cerebrovasculares todavía son la causa del 8% de las defunciones, según la Sociedad Española de Neurología (SEN). Cada año se producen en Aragón unos 2.200 ingresos por ictus, alrededor de mil en el Servet. Es la primera causa de muerte en mujeres y la tercera en hombres dentro de la Comunidad.
En Aragón, con más de 1,3 millones de habitantes y 47.000 kilómetros cuadrados de extensión, la dispersión de la población y su envejecimiento dificultan la atención, por lo que en 2009 se puso en marcha el Plan de Ictus, actualizado en 2024, cuyo principal objetivo es que cualquier ciudadano en cualquier punto tenga acceso a una asistencia sanitaria rápida y de calidad, lo que ha permitido en este plazo reducir la mortalidad un 40% en 15 años.
Así lo explica el neurólogo Javier Marta, jefe de la Unidad de Ictus del Servet y coordinador clínico del Plan de Ictus de Aragón. En 2016 se produjo otro punto de inflexión en la atención al ictus con la aprobación en el Servet de las trombectomías, una técnica neurointervencionista, muy eficiente pero de alta complejidad, que permite extraer el trombo que bloquea la circulación de la sangre.
La unidad de ictus del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza dispone de una sala común de atención a pacientes semicríticos con seis camas además de tres habitaciones, una doble y dos individuales, para enfermos más leves, donde pueden estar acompañados por la familia. El servicio apuesta por una forma de trabajo enfocada a la atención más personalizada: «Es importante la humanización de la asistencia, dando al paciente lo que necesita pero teniendo en cuenta su comodidad y bienestar». Hay una pequeña sala para terapias de rehabilitación pues hacer un plan de recuperación desde los primeros días es importante. Después, los pacientes pasan a la planta de Neurología.
«Tiempo es cerebro»
«Cada 15 minutos de retraso aumenta un 4% la probabilidad de que quedes dependiente de por vida o mueras, de ahí la importancia del mensaje ‘tiempo es cerebro'», explica. «El ictus casi nunca duele, por lo que hay que saber reconocer lo que pasa para no caer en el error, como hacía antes mucha gente, de tumbarse un rato en casa a ver si se le pasaba», resume el doctor Marta. «Eso es lo peor, porque en realidad lo que está ocurriendo es que el paciente está teniendo una lesión cerebral por falta de riego y solo tenemos unos minutos para evitar un infarto, o sea una lesión irreversible, grande o pequeña». «Ictus significa súbito -concreta-. Es un problema cerebral por un problema vascular, bien porque se ha obstruido una arteria, lo que es un infarto cerebral, o porque se ha roto una arteria, que es una hemorragia cerebral». Por ello, «reconocer los síntomas y recibir una rápida asistencia es tan importante».
El circuito empieza con una llamada al 061 Aragón, cuyos profesionales hacen una serie de preguntas para detectar el problema y activar el código ictus. Mediante una llamada a tres bandas, con los profesionales sanitarios y la familia, se valora la gravedad y se decide a qué hospital derivar al paciente.
Entre las causas, el 75% son infartos cerebrales, un 10% son accidentes isquémicos transitorios y un 15%, hemorragias cerebrales. Por los dos primeros motivos fallecen alrededor del 20% de los pacientes durante los primeros tres meses, un 9% de ellos en el ingreso. «Las hemorragias cerebrales -cuenta el coordinador clínico del Plan de Ictus de Aragón- son menos frecuentes pero más mortales». Aproximadamente, fallece el 45% de los enfermos en el primer trimestre, el 30% de ellos en el ingreso.
La edad media en el infarto cerebral es de 75 años: «Pero tenemos una categoría específica de pacientes que llamamos ictus joven, que es menor de 50 años, y en proporción cada vez hay más. La salud vascular a los 50 años es peor que hace dos décadas, por el estilo de vida. Y eso nos preocupa». «Está cambiando el perfil: entre los mayores se retrasa la edad del primer ictus pero cada vez tenemos más pacientes menores de 55 años«, explica. Los casos en este grupo etario serían de un 15% del total y van aumentando: «En mujeres jóvenes, aumentan los casos de hemorragia subaracnoidea y en varones, el ictus isquémico». Entre la población femenina de esta edad, aproximadamente tres de cada diez mueren al ingreso. En cuanto al ictus isquémico (infarto por falta de riego) «la mortalidad es baja, por tanto la preocupación no es tanto salvar la vida como prevenir nuevos episodios». Una tendencia que los expertos vinculan con el «estilo de vida, dieta, sedentarismo, tabaco…». El consumo de drogas favorece también estos eventos entre la población, sobre todo cocaína.
De ahí, reitera el doctor Javier Marta, la importancia de insistir en la educación en salud desde la escuela y en cada oportunidad, incluido el ingreso en el hospital, donde la enfermería tiene un gran papel: «Hay una campaña de la OMS que lleva por lema: ‘El cerebro es para toda la vida, cuídalo’, y habría que implementar estrategias de salud cerebral a cada edad. En los niños, evitar la obesidad infantil; en los adolescentes, que dejen de normalizar el alcohol y el tabaco; a mediana edad, cuidar la tensión arterial y huir del estrés. Se puede llegar a los 50 con las arterias que se tenía a los 35 años o como se tendrían a los 70: lo que siembras antes de los 50 lo recoges a los 70″.
Desde el grupo de investigación en Neurociencias del Instituto de Investigación Sanitaria Aragón, con el doctor Javier Marta como coordinador, una de sus líneas fundamentales (Ictus-cog) es el deterioro cognitivo en paciente joven tras el ictus. Muchos pacientes quedan con secuelas cognitivas, que no son tan visibles, pero pueden ser importantes.
Una respuesta coordinada
Dentro del Plan de Ictus se controlan cada seis meses los tiempos de respuesta del sistema sanitario ante un caso de ictus en Aragón y se elabora una memoria anual. Desde que un paciente sufre el evento hasta que avisa y se valora por el neurólogo pasan de media unos 180 minutos. «La idea sería que este margen se acortase el máximo posible, y eso depende de que la población general conozca los síntomas y pida ayuda en el 061, en su centro de salud o acudiendo a un servicio de urgencias», concreta.
Una vez en el hospital, prosigue, hay entre 45 y 60 minutos para empezar el tratamiento, «que puede ser cateterismo o fibrinólisis (un proceso inducido por fármacos que consiste en la disolución de coágulos sanguíneos o trombos, mediante la degradación de la fibrina). «Una vez en la sala de cateterismo conseguimos abrir la arteria… en el 80% de los casos y en menos de 35 minutos de media», añade.
Fuente: Heraldo de Aragón
Fotografía: Parte del equipo de la unidad de ictus del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza. Marcos Cebrián




