
Primera Sociedad de Organ-on-Chip en España: “El techo de esta tecnología es infinito”
3 diciembre, 2025Compartimos este reportaje sobre el reciente descubrimiento del grupo Medicina de Precisión en Enfermedades Respiratorias (PRES), un nuevo método para mejorar la eficacia de los tratamientos de esta patología
Los pacientes con asma grave son clínicamente complejos y su perfil inflamatorio cambia con el tiempo. Así lo explica David Sanz-Rubio, investigador principal del grupo de Medicina de Precisión en Enfermedades Respiratorias (PRES) del IIS Aragón y primer autor de un estudio que va a revolucionar la clasificación de estos pacientes, cuyo perfil varía por factores biológicos (sus propias características inmunológicas y fisiopatológicas) como externos, como la exposición ambiental, la estacionalidad o la presencia de alergias.
Según cuenta el experto, los marcadores tradicionales, como el recuento de eosinófilos, pueden mostrar variabilidad significativa entre visitas, dificultando clasificar al paciente de forma estable y precisa. Aunque existen casos claramente definidos, una proporción importante de pacientes se sitúa en zonas intermedias. En España, según los datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), entre un 5 y un 10% de la población padece asma, unas 300.000 personas. De todas ellas, un 10% aproximadamente tiene asma grave, es decir, 30.000.
Por ello, científicos del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón (IIS Aragón) han identificado nuevas moléculas presentes en la sangre y el esputo que podrían mejorar el diagnóstico del asma grave y permitir tratamientos más personalizados y eficaces. «El principal hallazgo de nuestro estudio es que, analizando unas pequeñas moléculas llamadas microRNAs, transportadas en exosomas circulantes, podemos clasificar con gran precisión a los pacientes con asma grave, según su perfil inmunológico. Esta clasificación es fundamental, porque los diferentes fenotipos de asma responden de forma distinta a los tratamientos, sobre todo a las terapias biológicas. Nuestra propuesta abre la puerta a una medicina más personalizada, basada en un simple análisis de sangre«, detalla Sanz-Rubio en una entrevista para Gaceta de Salud.
Hay que tener en cuenta que la correcta caracterización del fenotipo es esencial porque las terapias biológicas están dirigidas a dianas muy específicas, indican los expertos. De hecho, algunos tratamientos actúan sobre vías relacionadas con la alergia mediada por anticuerpos de tipo Inmunoglobulina E (IgE), mientras que otros bloquean rutas fundamentalmente eosinofílicas o inflamatorias. Por ello, una clasificación imprecisa puede «conducir a tratamientos menos eficaces».
Todo ello lo han recogido en un estudio, publicado recientemente en Allergy, desarrollado por el grupo de PRES, en colaboración con el Hospital Universitario Miguel Servet, la Universidad de Zaragoza y el Ciber de Enfermedades Respiratorias (Ciberes), con el apoyo del Instituto de Salud Carlos III, el Gobierno de Aragón y Astrazeneca. Los resultados del mismo demuestran que pequeñas moléculas presentes en los exosomas (vesículas diminutas liberadas por las células que actúan como mensajeras) conocidas como microRNAs pueden funcionar como biomarcadores no invasivos para identificar los dos principales subtipos de asma grave: asma T2-alto (eosinofílica) y asma T2-bajo (no eosinofílica). Para ello, el equipo analizó exosomas extraídos de muestras de sangre y de esputo inducido de pacientes con asma grave y de voluntarios sanos.
El análisis mediante secuenciación de ARN permitió identificar patrones únicos de microRNAs asociados a cada tipo de inflamación. Estos resultados se validaron posteriormente en una nueva cohorte mediante técnicas de PCR (procedimiento que permite amplificar pequeños fragmentos de ADN), confirmando que algunos microRNAs como miR-let7a-5p, miR-let7b-5p y miR-939-5p distinguen con gran precisión los dos subtipos de asma, alcanzando una capacidad predictiva del 97%.
Uso de fármacos en el asma
Se trata de un paso importante para adecuar la medicación, ya que el asma es una patología donde suele haber un uso excesivo de medicación de rescate, tal y como reconocen las guías clínicas, especialmente con los broncodilatadores de acción corta y también un uso reiterado de corticoides orales.
«Esto suele ocurrir cuando la terapia de base no está bien ajustada o cuando el paciente presenta un mal control del asma. Cuando esto sucede, los pacientes recurren con mayor frecuencia a los inhaladores de rescate, lo que es un indicador claro de descontrol», asegura Sanz-Rubio. «Por eso, es fundamental que sigan correctamente su tratamiento habitual y que comuniquen a su médico si necesitan usar con frecuencia medicación de rescate, para evitar efectos secundarios y ajustar el tratamiento de fondo», añade.
Respecto a los inhaladores de alta intensidad, la llamada triple terapia, aunque son muy eficaces para perfiles concretos de pacientes con asma no controlado; la llegada de nuevos biológicos, que actúan sobre vías inmunológicas específicas, ha permitido mejorar significativamente el control en pacientes en los que la triple terapia no era suficiente.
En palabras del investigador, aun así, incluso en pacientes que responden muy bien al tratamiento biológico, a menudo se mantienen terapias inhaladas en paralelo. «Aquí es donde necesitamos estudios adicionales: debemos determinar cuál debería ser el tratamiento mínimo eficaz en pacientes bien controlados con biológicos y si es posible reducir la carga inhalada sin perder control clínico. Una clasificación más precisa y un tratamiento más personalizado pueden reducir la exposición farmacológica global, minimizar efectos secundarios y mejorar la calidad de vida», señala.
Futuro del asma
Los datos indican que la prevalencia del asma seguirá aumentando de forma sostenida en los próximos años. Aquí entran en juego varios factores: mayor contaminación, incremento de alérgenos ambientales, urbanización creciente, y la epidemia global de obesidad y sobrepeso. A ello se suma una mayor capacidad diagnóstica y una mayor sensibilización en atención primaria.
Sanz-Rubio apunta cuáles son los principales retos a nivel investigador. En cuanto a la detección, están trabajando en desarrollar herramientas basadas en biopsia líquida, que permitan identificar perfiles de riesgo o realizar un screening temprano mediante un análisis de sangre. «Aunque la espirometría debería realizarse con más frecuencia en la población general, disponer de biomarcadores complementarios podría ayudar a diagnosticar antes y evitar progresiones graves», destaca.
Por otro lado, en el tratamiento, lo primordial es establecer clasificaciones más robustas que permitan predecir la respuesta a los distintos tratamientos, especialmente biológicos, y optimizar la terapia personalizada. Después, también será importante determinar si, en pacientes que responden completamente a las terapias biológicas, es posible reducir la intensidad de las terapias inhaladas.
Fuente: Gaceta de Salud




