CNIO. Contratos postdoctorales para jóvenes investigadores de “Amigos del CNIO”
11 septiembre, 2025Ayudas TALENTO AECC 2026
11 septiembre, 2025La propuesta de la científica del Instituto de Investigación Sanitaria Aragón (IIS Aragón) ha sido reconocida por L’Oréal-UNESCO ‘For Women in Science’. Compartimos esta entrevista en ‘El Español’
Cada año, alrededor de 10.000 personas reciben la noticia de que tienen cáncer de páncreas en España. No es muy frecuente, pero sí de los más mortales: en 2023, 8.140 pacientes fallecieron a causa de este tumor, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). La cifra más alta de las últimas dos décadas, que convierte esta glándula en una asesina silenciosa.
Su incidencia ha crecido 83,6% en los últimos 20 años y ni siquiera la pandemia alteró su avance silencioso. Parte del problema es que rara vez avisa a tiempo. El dolor de espalda, la pérdida de peso, una pancreatitis o incluso una diabetes diagnosticada en la edad adulta pueden ser señales tempranas, aunque suelen pasar desapercibidas.
Cuando aparecen los síntomas claros, la enfermedad ya suele estar en fases avanzadas. Y a esa dificultad de diagnóstico se suma la propia naturaleza del tumor: a medida que se desarrolla, suele caracterizarse por ser denso, rígido, con una presión interna tan alta que muchas terapias no consiguen penetrar en él con eficacia.
La tasa de supervivencia del cáncer de páncreas pasados los cinco años es del 12%. Una cifra pequeña, aunque afortunadamente ha aumentado con el tiempo. Los expertos ahora ponen más que nunca el foco especialmente en la población joven, en la que observan cómo la incidencia está creciendo progresivamente.
Retar al cáncer con ciencia
Un equipo del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón (IISA) se dedica día tras día a plantarle cara. Y en el centro de esa batalla está Alejandra González (Madrid, 1985), investigadora con formación internacional y una determinación que impresiona cuando habla de su trabajo. “Queremos liberar el tumor, hacerlo más permeable”, adelanta a esta revista.
Su equipo no busca atacar las células cancerígenas directamente, sino modificar el entorno que las rodea para mejorar la actuación de los tratamientos. «Nuestro objetivo es inducir temporalmente la formación de vasos linfáticos para drenar el líquido que se acumula durante el desarrollo del tumor y reducir la presión del mismo», destaca.
Esto se convierte en un obstáculo a menudo infranqueable: la quimioterapia, la inmunoterapia y otras terapias convencionales no logran llegar con eficacia a su destino. La solución que propone González se resume en preparar el terreno para que la estrategia terapéutica funcione. Para analizar cómo hacerlo, el laboratorio combina modelos animales y tecnología de vanguardia.
La investigación del grupo de trabajo de la madrileña se desarrolla con ratones para estudiar la evolución del cáncer en vivo y chips de vanguardia que replican la mecánica del tejido humano con una precisión casi quirúrgica: «Nos permiten entender cómo crecen las células, cómo afecta la rigidez del entorno y cómo cambia la llegada de los medicamentos cuando reducimos la presión».
Una trayectoria sobresaliente
González sabe de lo que habla: su carrera es tan internacional como brillante. Se licenció en Bioquímica en Salamanca, hizo un Erasmus en Manchester que califica de “fructífero”, volvió para estudiar un máster en el Vall d’Hebron y un doctorado en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en Madrid.

Alejandra González, premiada por L’Oréal y UNESCO por el enfoque innovador de su investigación. Cedida
Pero aún quería más: “Me interesaba seguir investigando el cáncer, aunque con una aplicación más directa en la clínica”. Por eso, se marchó hasta Lausana (Suiza), donde descubrió la biología vascular, un área clave para entender cómo los vasos sanguíneos y linfáticos pueden marcar la diferencia en un tratamiento oncológico.
“Allí había recursos, equipos multidisciplinares, facilidades para experimentar… En España todo requiere más tiempo, más planificación”, reconoce durante la conversación. En 2022, gracias a una beca María Zambrano, regresó a España con la determinación de aplicar todo lo aprendido.
Además de su excelencia científica, González se preocupa por el contexto humano de su trabajo: «La decisión de marcharte fuera es buena para el currículum, pero también a nivel personal. Lo difícil es volver, porque las condiciones no son las mejores, pero tienes que poner en la balanza lo que realmente pesa: si volver a casa y tener a tu familia y amigos cerca, o desarrollarte en un país que no es el tuyo».
En su caso, lo tuvo claro: su nombre no iba a incluirse en la interminable lista de ‘cerebros fugados’. Actualmente, cuenta con financiación del Instituto de Salud Carlos III y del Gobierno de Aragón, a través del programa ARAID, lo que le proporciona «la estabilidad necesaria para dedicarme en cuerpo y alma a la investigación, sin la presión constante de buscar fondos».
Su objetivo inmediato es «seguir creciendo con mi grupo y aumentar el número de proyectos«. Su enfoque investigador refleja una conexión con los pacientes y su padecer. Gracias al Hospital Universitario Miguel Sempé, la profesional recibe las muestras de personas que, aunque aún no se beneficien directamente de los avances, permiten extrapolar resultados y preparar futuras terapias.
Durante la entrevista, también habla con franqueza sobre la carrera investigadora y la igualdad de género. En su laboratorio, asegura, prácticamente todas son mujeres. «Es un ejemplo de que somos una gran proporción de científicas, pero el problema está en los puestos de liderazgo y en la falta de conciliación. España está en un buen camino, pero aún hay barreras por superar», asegura.
La joven bióloga se ha convertido en un símbolo de la nueva generación de investigadoras que combinan innovación tecnológica y sensibilidad humana. Su trabajo ya ha recibido reconocimientos, entre ellos el premio L’Oréal-UNESCO ‘For Women in Science’, otorgado el pasado mes de junio en una edición especial que conmemora los 25 años de este galardón internacional.
Lo considera «un incentivo y una motivación para continuar». Como ella, las científicas lideran avances revolucionarios en todo el mundo, pero aún enfrentan desigualdades: solo representan el 33,3% del personal a nivel global y menos del 4% de los premios Nobel en ciencia. En Europa, apenas el 11% ocupa cargos de liderazgo en el sector.
«Reconocer a estas jóvenes investigadoras no solo significa respaldar proyectos de altísimo nivel, sino construir una comunidad más competitiva y representativa», declara Juan Alonso de Lomas, CEO de L’Oréal España y Portugal. El titán del beauty francés acumula 19 ediciones de alianzas con la UNESCO en pos de impulsar la excelencia femenina.

Foto de familia durante la ceremonia de recepción de los galardones, celebrada en el Teatro Real de Madrid. Cedida
Cada experimento y cada ensayo en el laboratorio al que González acude todos los días a trabajar es un paso en una carrera contra un cáncer que mata silenciosamente. Su aproximación puede cambiar la forma en que la medicina aborda estos tumores, convirtiendo un enemigo casi imbatible en un oponente que, poco a poco, puede ser más vulnerable.
En realidad, el páncreas es el punto de partida, pero no el único objetivo. Si la estrategia funciona, podría, incluso, aplicarse a otros tumores con entornos físicos similares, «como el colorrectal», ejemplifica. La idea es sencilla pero prometedora: mejorar la eficacia de las terapias existentes eliminando las barreras físicas que hoy las frenan.
2025, año de avances
La investigación sobre este tumor sigue siendo complicada por la escasez de supervivientes a largo plazo y la falta de muestras suficientes para su estudio. Aun así, los datos crecen y nombres como el de Alejandra forman parte de la nueva horda de científicos que busca darle la vuelta a la estadística, con enfoques que hace 20 años eran impensables.
En 2025, varios grupos españoles han logrado avances que podrían cambiar la forma en que se trata esta enfermedad. Por ejemplo, también desde el IISA, el grupo de investigadoras ‘Metabolismo y Células Madre Tumorales’ ha identificado nuevas vías que frenan la progresión y la metástasis, aumentando así las posibilidades de que los tratamientos funcionen y los pacientes ganen años de vida.
Otros laboratorios, como el Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca y el Hospital Universitario 12 de Octubre en Madrid, estudian cómo hacer más permeable la membrana para que los fármacos lleguen mejor al tumor, una estrategia muy similar a la que aplica González en su laboratorio.
Incluso en el ámbito de la inmunoterapia, ensayos clínicos recientes han mostrado que vacunas experimentales pueden entrenar al sistema inmunitario para atacar células cancerígenas resistentes. Estos avances, sumados a la investigación de González y su equipo, muestran que la ciencia empieza a ganarle terreno a un enemigo que durante décadas se consideró casi imbatible.




